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lunes, 25 de enero de 2016

COMUNIDAD PARA VALIENTES…Decir NO a un primer trago

 Por Eugenio Taveras 

Saludo y admiro a todos los que, al igual que quien esto escribe, se han atrevido a decirle NO a un primer trago y que son, indudablemente, las personas en las cuales puedo confiar, pues, nunca me invitarán a comprar una botella que dentro haya alcohol, ya que saben hasta donde llego una vez introducido en mi torrente sanguíneo esa fatídica primera copa. Por la razón antes descrita los llamo, de todo corazón, compañeros de Alcohólicos Anónimos, y los seguiré llamando así, COMPAÑEROS, y los seguiré nombrando mis salvadores junto a un Poder Superior y a las herramientas que ofrece el programa en los libros que nos legaron los fundadores Bill y Bob. Sigo buscando en ellos lo que otros no pueden darme, porque carecen de la palabra entendimiento, porque sé de las debilidades que me acompañan desde mi nacimiento, aumentadas y descontroladas por el uso desmedido del alcohol, un lujo que yo descubrí no me puedo dar, porque me sugirieron que no puedo entrar en controversia, debido a que fuera del programa el más listo de los mortales no me entiende, y no me entiende por muchas razones, las cuales no pueden ser detalladas en tan corto espacio, pero que sí puedo nombrar algunas para no dejar inconcluso el contenido del presente escrito, ahí les van:  dudan tajantemente que cuando entro en contacto con el líquido enervante, pierdo la capacidad de parar. Que soy un problema para todos los que me rodean, incluyendo el perro y los mobiliarios de la casa; dudan que cuando llego a este punto, hago cosas que luego no recuerdo haberlas hecho y, simplemente, respondo: no recuerdo; es ahí cuando entra en acción la mal llamada amnesia alcohólica y junto a ella llegan las lagunas mentales, estado grave que solo tiene solución deteniendo, de una vez y por todas, la ingestión para evitar males mayores, decisión reservada para valientes que se atreven a entender que perdiendo se gana, y eso es precisamente lo que he aprendido. He aprendido también, que solo por hoy, por ahora, no debo darme esa primera copa que tanto daño me hizo e hice a todos a mi alrededor, y aun así, no todo está seguro, porque los pecados capitales, siete en total:  ira, soberbia, lujuria, avaricia, envidia, egoísmo, gula y vanidad, que se desarrollaron a escala anormal, siguen ahí y debo tenerlos presentes en todos los actos de mi diario vivir, tomando en cuenta que ayer no fui responsable ni mucho menos tengo que sentirme culpable por los desmanes cometidos en mi vida alcohólica activa, pero que hoy debo tener pendiente que sí lo soy y estar dispuesto a responder por ellos. Me mantengo adherido a la comunidad de Alcohólicos Anónimos como el náufrago que se abraza a su salvavidas para sobrevivir en alta mar y debo seguir pegado a él porque es mi única salvación dentro de las tempestades que me provoca el consumo de alcohol en todas sus manifestaciones, si cometiera el error de volver a darme un primer trago, debido a que ese primer trago es suficiente para destruir todo lo que me rodea e iniciar sin reversa el camino al fracaso definitivo, porque en la comunidad de Alcohólicos Anónimos me han dicho y reiterado que si caigo se unirá la cinta  para continuar la filmación de una película que el director detuvo, con la diferencia de que me tomaré los tragos de ayer, los de hoy y tomaré prestado por adelantado a tiempo futuro y poder así saciar la sed que se acumula en mi enferma mente, la cual no olvida que cuando detuve la bebida debí tener presente que no podía dejar en ella la más mínima idea de volver a beber, nunca, ya que soy un enfermo incurable. Sigo y seguiré dentro del huacal como el huevo que si se cae se rompe, porque con el programa y los miembros en AA descubrí que no es la cantidad la que me hace daño, sino una condición que tengo dentro de mi cuerpo y mente que me hace diferente a los que sí pueden darse ese lujo; me siento ORGULLOSO de haberlos encontrado y, todavía, diez (10) años después sigo en la lista de los vivos, porque muchos se han ido a destiempo por no tener la capacidad de decir NO a un primer trago y otros muchos deambulan por esas calles deseando poder detener su inminente caída al abismo que van sin reversión, porque llegarán a la puerta del infierno intentando poder beber como aquellos que sí pueden. 



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